23

A mediados de noviembre, a tan solo unos pocos días de distancia de mi cumpleaños numero 23, me voy dando cuenta del ya evidente cambio de las cosas. La tecnología avanza a pasos agigantados, la modernización nos alcanza si no es que ya nos sobrepaso. La música “moderna” no me gusta y prefiero escuchar las viejas canciones sean o no de mi época.
Tan solo 23 años y ya me comporto como adulta: me levanto temprano, voy al trabajo y de ahí a la escuela, me preocupa el dinero y a pesar de los detalles la diversión va siendo cada día mas material; recuerdo como hace unos años, lo único necesario para tener un buen ida era tener en el bolsillo 5 pesos para el camión y si no los tenia tampoco importaba: podía caminar grandes distancias. Hoy en día la tarifa del camión es de más del doble que en aquellos años y las distancias al parecer también.
A mis 15 años el mundo era un gran territorio por explorar y creía tener la respuesta a problemas como: el hambre en el mundo, el fin de la guerra y estaba firmemente convencida de que una combinación entre el socialismo y el capitalismo era la manera adecuada para tener una política perfecta y que todos tuviéramos las mismas oportunidades. Ocho años más tarde: el hambre llego a mi vida, vivo en medio de una guerra sin cuartel y el socialismo esta cada vez más extinto.
A la edad de 17, tuve mi primer gran amante: el teatro. Quien le da la oportunidad a mi alma de desprenderse del cuerpo y ser alguien mas.
A los 18 pensé encontrar mi profesión; siempre me han gustado las palabras y encontré una gran afición por el fondo y la forma: quería ser escritora. A los 19 me di cuenta que la poesía es la palabra correcta. La manera en que me expreso. Lamentablemente no lo logre: No soy escritora, no seré poeta.
En mi faceta de aprendiz de poeta encontré todo tipo de experiencias y a mi mejor amiga: la mujer de mi vida “Marcela”. Aunque lo que nos une, no es ningún tipo de laso pasional, hemos encontrado en la otra una gran compañera de vida y aunque fuera la misma vida la que nos distancio; el poco tiempo que nos vemos, encontramos un escape de la realidad, para volver a ella una hora después de nuestro encuentro. Y en cada uno de ellos, nos descubrimos más mujeres; es el tiempo quien nos ha moldeado poco a poco, con sus minutos artesanales. Ahora ella será mamá y yo tía.
Y con el tiempo vienen también las decisiones: ser, estar, permanecer, cambiar, hacer, convertir. Cuando me convertí en mayor de edad en el mundo entero, tome la decisión de la que hasta ahora es visto más consecuencias: cambio carrera. Aunque mi amor a las letras es inmenso, no había logrado encontrarme a mi misma y no me sentía satisfecha: fue una época de muchos cambios. Un año atrás había abandonado el hogar materno, mi vida amorosa era algo mas que caótica, la economía me devastaba: ¿como enfrentar tantas cosas si ni siquiera se quien soy? Y si no pertenezco a ningún lugar. Decidí volver a empezar.
Es difícil ver a los demás avanzar mientras yo retrocedo, tantas veces he cuestionado mis acciones y los he visto como errores. He sentido muchas veces que me encuentro en medio de un gran torbellino de gente, los cuales están avanzando rápidamente y yo en medio, quedándome donde mismo. Es luego cuando llega el recuerdo de todo lo que he aprendido desde entonces y observo a la gente que llego junto a la decisión y de cómo vamos juntos en el camino. De las nuevas experiencias y aprendizajes es entonces cuando cuenta me doy que no me estanque solo tome otro destino.
23 años, es cierto cuando era pequeña me visualizaba a esta edad como una gran ejecutiva en un buen trabajo. Algo muy distinto a lo que soy. Lo mejor de estos 23 años ha sido encontrarme a mi misma. Y tener mucho que ofrecer ahora que se quien soy al menos por ahora.

Por Daniela Enriquez